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Publications Alfredo Sosabravo y el Triunfo por: Olga Connor Alfredo Sosabravo y el Triunfo por: Olga Connor
El Nuevo Herald March 17, 2002



El Nuevo Herald
March 17, 2002
SECTION: Galeria
EDITION: Final
PAGE: 8E

ALFREDO SOSABRAVO Y EL TRIUNFO
SOURCE/CREDIT LINE: OLGA CONNOR, Especial/ El Nuevo Herald

A principios de los 50, el pintor surrealista cubano Wifredo Lam tenía una exposición en una caseta de madera en el Parque Central de La Habana. ``Lam estaba presente'', rememora Alfredo Sosabravo. ``Y yo vi que era un hombre de color, que en aquellos tiempos era muy difícil para un hombre de color ser tan famoso como él lo era, y que venía de París, y era de Sagua la Grande, como era yo, y había triunfado''.

``Además, su pintura me impresionó mucho, porque yo conocía del arte moderno por reproducciones'', subraya Sosabravo, confesando que fue un acontecimiento que cambió su vida. Decidió ser artista y triunfar. Al día siguiente, compró materiales para pintar. Su primer cuadro se llamó Homenaje a Wifredo Lam, que borró.

``Probablemente debí haberlo guardado, porque hubiera encajado en las cosas posmodernas'', comenta riendo. Pero es obvio que el arte era su destino. Con fuerte voluntad desarrolló un estilo muy propio, con varias influencias, pero genuinamente suyo. Lo que le inscribe en la tradición de la pintura cubana es esa fuerte línea negra que define cada color en su pintura. Sosabravo rectifica: ``La línea negra ya existía en Francia con Leger y Amelia Peláez, que fue alumna de Alexandra Exter, de ahí viene en la pintura cubana la línea negra, aunque más gruesa''. Aparentemente, la línea negra le quita luz al cuadro.

``Pero en el caso mío no'', aclara, ``porque al lado de una línea negra pongo unA línea blanca [reminiscencia de la luz], y yo voy combinando: ésas son mis luces, el negro no puede apagarlas de ninguna manera. Además, los demás colores son fuertes de por sí''.

Son colores impresionantes, sin matices, brillantes y bien definidos, planos. ``Cerca de los 60, cuando llevaba muchos años pintando, empecé a hacer una pintura que está ahora en el Museo Nacional, y que es toda más plana que ésta, porque estaba basada precisamente en las tiras cómicas''.

Eso explica la peculiaridad de los jugueticos en su pintura actual: peces, pajaritos, globos, trenes, carritos, avioncitos que descuellan en esa explosión de color que se llama Y la vida es un juego, muestra de su más reciente obra en la galería Cernuda Arte, en Ponce de León, Coral Gables. El artista viajó especialmente desde Cuba, a principios de este mes, para la inauguración, y pudo saludar a muchos viejos amigos que vinieron a conversar con él, aparte de la gran concurrencia inquisitiva o adquisitiva. Aquí sólo ha expuesto los óleos previamente adquiridos por Ramón Cernuda, quien expresa que ``es perfectamente legal comprar arte y literatura en Cuba y distribuirla en Estados Unidos''.

Sosabravo, por su parte, afirma que de lo que percibe de sus ventas en el exterior tiene que pagar impuestos, pero que después de cumplir con ese requisito, es libre de guardar su dinero como artista. Es más, quisiera que expusieran también aquí sus esculturas de vidrio que tienen un éxito increíble en Europa, hechas en la fábrica de cristal de Murano, en Italia, y que son réplicas de algunos de sus óleos, como Cabeza con gallina, Un hombre de éxito y La soprano calva.

Esta última está basada en una obra de teatro que lo inspiró en los 50. ``Yo estaba muy interesado en la obra de Eugene Ionesco, el rumano que vivía en París, del que se presentó La soprano calva en La Habana; esa onda del absurdo la incorporé también a mi obra, y me fui formando un estilo del absurdo que he mantenido por 40 años. Porque todas las situaciones que uno ve en la vida son absurdas por completo'', dice sentencioso. En los 60, llegó la onda del pop a La Habana.
``Esto influyó mucho mi estilo, que era una combinación del pop con las tiras cómicas y los naif, los primitivos''.

También se nota la influencia de Vassarelli, con sus cuadrados geométricos. ``Apropiaciones'', dice, ``pero las convierto en mi propio trabajo. La gente me dice `Usted no se parece a nadie', pero es que todo está tan mezcladito.... El secreto mío durante años es que he ido conjurando muchas cosas y mezclándolas tanto, que ya es un estilo mío''.

Sosabravo proviene de una familia muy modesta. Su padre tenía un puesto de frutas en Municipio y Atarés, en el barrio obrero de Luyanó, en La Habana, esquina en que vivió desde los 10 a los 20 años. ``Estudié los rudimentos de pintura nada más y luego me fui formando solo, a través de amistades con pintores y visitando museos''. Entre esos pintores, se encontraban Antonia Eiriz y Acosta León, principalmente. Desde entonces, ha tenido más de 30 muestras personales y 75 colectivas. Y sus obras se encuentran en colecciones como las de Alex Rosenberg, de Nueva York, Revista Keramico, de Milán, Thomas Kropf, de Zurich, y la Colección Rothman de Santo Domingo. El número 3 del año 2000 de Opus Habana, le dedica la portada, y su artículo principal, pues Sosabravo ocupa un papel preponderante como artista de la ciudad con sus murales cerámicos. El primero fue el del Havana Hilton, luego Habana Libre, que se tituló El carro de la Revolución (1970-73), pleno de su humor característico con una crítica cultural implícita en su abigarramiento de imágenes, que ha sido el tenor de toda su obra.

Arca de Noé en la tormenta, por ejemplo, en esta muestra, muestra las gotas que se derraman de una nube que parece una alfombra que se sacude al sol. ``Está escampando ya, porque fue el diluvio universal y están cayendo las últimas goticas'', dice con picardía, para que entendamos la intención. En el Barco negrero, las caras son mecanizadas, el espanto se ve en la forma en que peces, brazos, pulpos, pies y caras se hunden entre las olas. Pero todo esto es estilo tirilla gráfica, nada realista.

``En el año 55, cuando era un autodidacta nada más, quise probarme a mí mismo, y entré en la Escuela Anexa de San Alejandro, porque de día trabajaba en el Hotel Telégrafo -que hace unos días reinauguraron, por cierto, y quieren hacerme un rincón especial allí, donde trabajé por 10 años-. Aprendí a hacer retratos, pero no me interesa hacerlo, ya hay muchos retratistas en el mundo''.
En la Anexa aprendió a modelar en barro, para ser escultor en terracota, pero eso le sirvió para hacer cerámica años más tarde, que ha sido una de sus cartas de triunfo. Decidió no entrar en San Alejandro, y especializarse solo.

Con los años fue añadiendo personajes, y más relieve a los cuadros, a hacerlos menos planos. ``Es muy complejo como he ido componiendo mi estilo, no trato de copiar la realidad, es todo como un gran collage, cosas cosidas, pegadas, armadas''. Hay un helicóptero en un cuadro, por ejemplo, del que salta un personaje que se cae a un mar habitado por una serpiente marina devorando peces. Todo está como pegado con costuritas pintadas. Pero el tema no parece tan inocente. Por fuerza, uno interpreta lo que a lo mejor no quiere decir el pintor. No se fue al exilio con la mayoría de sus amigos artistas, ``porque vivía con mi familia, me dio miedo viajar, me quedé tranquilo...., en un mundo de la imaginación''.

Se refugió en un planeta propio, de caretas y espejuelos, de cajas del absurdo, de colores inventados, lo que lo ha llevado a ser famoso, como él lo ambicionó, en este mundo real, con premios y honores y un sitial en la tradición del arte cubano.


olconnor@bellsouth.net
Illustration:ILLUSTRATION: Foto color:Alfredo Sosabravo (A), Dos óleos de Sosabravo (2 - A), `Un hombre de éxito' cristal murano (N).


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