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Publications Demi en Familia Por Olga Connor Demi en Familia Por Olga Connor
El Nuevo Herald February 11, 2001



El Nuevo Herald
February 11, 2001
Section: SECTION: Galeria
Edition: EDITION: Final
Page: PAGE: 3E


DEMI `EN FAMILIA'
SOURCE/CREDIT LINE: OLGA CONNOR,
El Nuevo Herald

El Retrato de Familia número nueve y el Retrato de Familia número cinco, en el catálogo de Demi, recuerdan una composición similar, lejana, vista en otro momento.

Cuando a principios de mes abrió la exposición en la Galería Cernuda Art, ya esos cuadros -de una serie de 11- estaban vendidos.

El parecido que recuerdan estos Retratos de Familia de Demi es el Retrato de familia de los Duques de Osuna, pintado por el aragonés Francisco de Goya y Lucientes en 1789-90.

Cierto que hay notables diferencias, pero véase que una niña tiene un ramo de flores en la mano y las otras parecen estar sujetando un cordel en el Número nueve. En el de Goya, los niños sostienen juguetes. El Duque de Osuna tiene un traje oscuro con lazo y pañuelo rojo, y este padre de familia de Demi, de oscuro también, tiene corbata y pañuelo rojo en el bolsillo. La Duquesa lleva un traje muy elaborado en gasa y puntilla, y la Madre de Demi, uno en organza azul, con remates de encaje. Los niños en ambos retratos visten tan elegantemente como la madre.

Demi, que es una pintora figurativa como Goya, aunque centrada en los niños, no habla de este pintor particularmente, pero cuenta que aprendió en España donde estuvo a principios de los 80 por un año entero, viendo exposiciones con el que es hoy su esposo Arturo Rodríguez (``hermano, padre, hijo, todo'', dice ella), también artista, que la enseñó a pintar, ``a romper con los tabúes y con el oficio de contadora, que aborrecía''.

Para entender a Demi hay que ver cómo difiere de alguien a quien remeda en la composición geométrica, pero haciendo lo contrario de Goya, que simplificaba el trasfondo para destacar a la persona, a la que copiaba fielmente con todos sus rasgos característicos.

Sabe que, en contraste con los realistas, ella es ``naif, o folclórica americana''. No le interesa la proporción correcta, sino la imaginada. No distingue los rasgos de los rostros, sino los símbolos de los trajes y los objetos que, como en la pintura bizantina o en la del primer Renacimiento, son los trasmisores de un código de señales.

Necesita el trasfondo ``todo colmado de puntos, líneas, encajes, flores, que dan energía'', dice, y en vivos colores acrílicos. Menciona a Fra Angélico, Gozzoli y Filippo Lippi, todos del siglo XV italiano, como influencias en ese detallismo del trasfondo que ella cultiva.

La flora tropical, los mosaicos, las enredaderas, las montañas y las praderas están en todos los cuadros de este nuevo grupo, que recuerda la época de los 50, y también el encaje de los manteles y de los trajes, los zapatos ``Mary Jane'' o los de tacones empinados.

``Yo me he documentado para todo esto'', dice la pintora, ``me encantan las texturas y cada día soy más barroca, barroca hasta el final''.

Son paisajes perdidos y, más que poseídos, soñados, porque no recuerda nada.

Anteriormente, pintaba gente presa en su infancia, enredada en un mundo poético, cruel y amargo. Aunque siempre había un toque de humor cubano, un humor cruel que se vislumbraba en la galanura de las ropas y la desnudez de la cabeza calva o de los brazos tronchados. Esto se ve en la retrospectiva de unos 30 cuadros que también se exponen en la planta alta de la galería.

Demi, que es autodidacta, explica que siempre pinta directamente y sin bocetos, por lo que desbarata constatemente para volver a pintar. Hace tres años le salió un cuadro (``siempre creo que no me va a salir lo que quiero'', dice), que era de la familia sentada a la mesa, donde la más bebita tiene un pincel en la mano. Ese fue el inicio de esta serie.

En estos Retratos de Familia, Demi ha decidido mostrar la bondad que imagina existió en su hogar antes de que fusilaran a su padre en Cuba. ``Era Capitán del Ejército de Batista'', dice Demi.

Imagina hasta a sus dos hermanos que murieron al nacer.

``Mi padre quería tener hijos, pero mi madre me cuenta que los perdió a los dos, porque nacieron con el mal azul [del corazón]''. Como resultado de esa visión, en vez de las típicas tres hermanas de la serie, en un cuadro hay cinco niños: tres hembras y los dos varones que murieron. La reproducción está en la cubierta del catálogo.

``Mi energía como pintora viene del fusilamiento de mi padre'', dice Demi. ``He podido canalizar esa tragedia en algo positivo, vencerlo con mi arte''.

``Es la primera vez que pinto adultos en una serie, la primera vez que puedo ir hacia la etapa anterior a su muerte''.

La llevaron a verlo tras de las rejas. Y después, la gente a su alrededor cambió hacia ellos, dice: ``Nos convertimos en la peste, las hijas de un fusilado''. Por eso la madre la envió a Puerto Rico a casa de unos familiares en ese país en el 61.

``No las vi otra vez, a mi madre y a mis dos hermanas, hasta que tenía 16 años en Nueva York. De una vez había perdido a mi patria, mi padre, mi madre y mis dos hermanas'', dice con profunda tristeza.

Esta exposición es la de su reconciliación con ese pasado y por eso pone esta dedicatoria al principio del catálogo: ``Estas pinturas están dedicadas a mi familia''. Pero, agrega en viva voz: ``Sobre todo, a mi padre''.

`Retratos de Familia', de la artista cubana Demi, febrero -marzo, 2001, en Cernuda Arte, 33155 Ponce de León Boulevard, Coral Gables (305-461-1050).


Illustration Foto color:`Family portrait No. 9' de la artista cubana Demi (N), Demi ante una de sus pinturas (N).



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